“CARMEN”, Ópera en cuatro actos
Autor: Georges Bizet.
Libreto: Henri Meilhac y Ludovic Halévic
(basada en la obra homónima de Prosper Merimée)
Orquesta: Filarmónica de Málaga. Director:
Enrique Patrón de Rueda
Reparto:
Nancy Herrera; Albert Monserrat; Ángel Ódena;
Sabina Puértolas; Cecilia Lavilla Berganza; Mireia Pintó; Eduardo Santamaría;
Luis Cansino; Celestino Varela; Antoni Torres; María del Mar Moreno.
Coro del Teatro Villamarta. Escolanía de la
Escuela Municipal de Música.
El público, incondicionales o no, (hubo dos
representaciones, jueves y sábado) así lo entendió y agradeció al final de la
representación. “Carmen” es una ópera conocida del público de Jerez, ya que no
en vano una representación de la misma inauguró la reapertura del Villamarta en
1996. El Teatro, en esta ocasión del décimo aniversario de su reapertura, ha
escogido de nuevo esta ópera de Georges Bizet, pero bajo los parámetros que
suponen el que esta vez se trate de una producción propia. Desde mi
punto
de vista, esta situación le confiere al estreno ciertas connotaciones que no
quisiera pasar por alto. La primera, es la adecuación del escenario a la obra. A
poco que se sea aficionado, es seguro que habremos tenido la ocasión de ver
alguna representación de Carmen con anterioridad a esta producción propia del
Teatro Villamarta. Por ello, es de común conocimiento que otras producciones de
Carmen se han interpretado, y se representarán sin duda en el futuro, de muchas
maneras. Muchas de ellas con poca fortuna.
En este sentido, decir que la producción del
Villamarta está adaptada fenomenalmente a las posibilidades físicas, espaciales
del teatro. Le saca todo el rendimiento posible al escenario disponible, cosa
que también ocurre con la orquesta. Así, en todo momento se tiene la sensación
de que ningún elemento “sobre o falte”. La adaptación al espacio escénico de
esta producción ya nos predispone a disfrutar del trabajo de los cantantes y
bailarines.
En segundo lugar, la escenografía escogida me
parece muy adecuada. Lo suficientemente versátil como para facilitar los
entreactos sin grandes complicaciones. Posee soluciones interesantes para el
coro, como la del tercer acto donde se confunde con el cielo de la noche. El
cuarto Acto Consigue realmente recrear el ambiente de la inminente corrida de
toros, capilla de cuadrilla incluida, al fondo del escenario. Son detalles
cuidados con cariño. En general, el decorado posee el clasicismo necesario sin
caer en lo tópico, y el vestuario, acertadísimo, consigue ser parte del
decorado, dándole una cuidada alegría a la representación sin caer en lo cursi,
aunque a Don José no le quedara demasiado bien alguna chaqueta. Pero esto es
otro asunto...
En
tercer lugar, una de las innovaciones de esta producción, está a mi manera de
entender, en el tratamiento que se le da al baile. La idea de romper con lo
tradicional de las representaciones de Carmen, me parece acertado, sobre todo
porque se trata de una producción jerezana, que mucho puede aportar en este
sentido. Sin embargo, en honor a la verdad he de decir que la materialización de
la idea no me dejó plenamente satisfecho, ya que quizás ha faltado un punto de
mayor conexión o integración de las bailaoras con cantantes y coros. Puede ser
mejorable.
En lo que se refiere a la representación concreta
que vi el sábado, segundo día de representación, destacar la labor de Nancy
Herrera, mezzosoprano canaria que lo hizo francamente bien en el papel de
Carmen. No solo por la seguridad de su interpretación y su correcta dicción,
sino también por la fuerza que le da al personaje, fruto de su “vis
interpretativa” que la lleva a afrontar con soltura situaciones tan diferentes
como el baile con las castañuelas del segundo acto, o la escena más dramática de
su muerte en el cuarto.
Destacada intervención tuvo también Albert
Monserrat en el papel de Don José. Este tenor de Barcelona posee una voz
envidiable con un alto registro, y una buena técnica, aunque es cierto que su
dicción no es tan buena. Su interpretación del aria de la flor en el segundo
acto, fenomenal. En la faceta de actor, tuvo sus altibajos en la interpretación
de un papel necesitado en todo momento de mucha garra.
Muy
aplaudida fue la intervención del barítono Ángel Ódena, en el papel del
Escamillo, uno de los personajes que aún a pesar de no ser de los más relevantes
de la ópera, es de los que el público siempre espera lo mejor.
Estupenda estuvo la soprano Sabina Puértolas, con
una voz preciosa, dando toda la candidez e inocencia necesaria al personaje de
Micaela. Excelente su intervención en el tercer acto.
Destacadas también estuvieron la mezzo Mireia
Pintó y la soprano Cecilia Lavilla Berganza, que mantuvieron el nivel de la
representación, como cantantes y como actrices, en los papeles de Mercedes y
Frasquita.
Correcto Celestino Varela en el papel de Zúñiga,
así como Eduardo Santamaría, Luis Cansino y Antonio Morales en los papeles de
Remendado, Dancario y Morales respectivamente.
El coro del Villamarta bien por momentos y
discreto en otras partes. La Filarmónica de Málaga, aprobado.
Enhorabuena al Teatro Villamarta por esta nueva producción que
pienso será adaptable a no pocos teatros del resto de España, de características
similares al jerezano. (Gracias por el excelente libreto-programa entregado al
comienzo de la representación). |