A sus sesenta y seis años,
Caetano Veloso sorprende a la mayoría de los asistentes al concierto del
lunes 28 en el Castillo de San Sebastián de Cádiz, con una extraordinaria
disposición de facultades musicales y artísticas. Sorpresa, además
agradable, ya que, aunque la expectación despertada por la actuación del
cantante de Bahía se reflejó en la taquilla, con casi tres mil entradas
vendidas, no es menos cierto que había cierta inquietud en el ambiente por
verlo aparecer armado tan solo de su guitarra. Las dudas se despejaron
prácticamente con los primeros acordes de su guitarra. Dejó claro quién es
Veloso y porqué la fama que le precede.
Amable, se dirigió en español a
todo el público en todo momento, pese a la numerosa “torzida brasilera” que
se dio cita para el acontecimiento. Pese a transcurrir todo el concierto
sentado en una silla guitarra en mano, y lo grande de las dimensiones del
escenario, Veloso consiguió convertir el patio del castillo en una “inmensa
proximidad” de un público al que se metió en el bolsillo de inmediato.
El concierto transcurrió en una
sucesión de canciones dedicada a compositores y personas importantes en su
vida, mezcladas con algunos de sus temas más conocidos y con alguno incluso
nuevo sin grabar todavía en disco.
Alguna interpretación dedicada
al amigo ya fallecido con sentimiento, y repetición, pues la cantó dos veces
seguidas: “Le mer”, en francés. “Cucurrucucú paloma”, en su especial versión
castellana. “Sampa” y “Terra” de composición propias, de lo mejor de la
noche.
De verdad, un concierto
para recordar, donde Caetano dio un verdadero recital de cómo hay que tocar
la guitarra según los cánones brasileros, y cantando para el público y por
el público. El resto lo puso el tiempo, pues la noche estuvo fenomenal de
temperatura y viento. Y el marco, incomparable. DIARIO
Bahía de Cádiz