Obra: “Amar después de la muerte”
Autor: Calderón de la Barca
Teatro Villamarta de Jerez
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Reparto: Emilio Buale; Toni Misó; Jordi Dauder;
Pepa Pedroche; Joaquín Notario; Ione Irazábal; Paco Paredes; César Sánchez; José
Luis Santos; Miguel Cubero; Montse Díez; Juan Meseguer; Rodrigo Arribas; Jorge
Gurpegui; Javier Mejía; Xavi Montesinos.
En los últimos meses he tenido la ocasión de ver
tres representaciones de la Compañía Nacional de Teatro Clásico:
“Viaje del parnaso” de
Cervantes; “El castigo sin venganza” de Lope y ahora “Amar después de la muerte” de
Calderón.
Tengo que decir, en honor a la verdad, que en esta
ocasión me enfrento a la crítica más compleja de las tres. Por varios motivos:
Uno el de la oportunidad de la obra; otro el de la obra en sí, digna de un
tratado a parte; y por último la peculiar representación puesta en escena por la
CNTC.
La
oportunidad de la obra: Aunque el trasfondo de la obra esté probablemente
compartido, en cierta medida, con la actualidad que en los medios de
comunicación hoy tienen los problemas de la inmigración, sin embargo, desde mi
punto de vista, ello no justifica per sé traer a la escena esta compleja obra de
Calderón, dura de seguir, áspera, con un contenido histórico importante, y donde
además se exige al espectador que ponga bastante de su parte en las casi dos
horas de representación, sin moverse del asiento. Y no digo que no haya de
representarse este tipo de obras por no ser tan del favor del público, pero sí
sería más lógico hacerlo en otro contexto no tan obligado en lo comercial, como
lo es el de la programación ordinaria anual de un teatro.
La obra en sí: “Amar después de la muerte” es una
comedia donde al espectador se sirve el drama histórico junto con el drama
humano de la venganza por la muerte de la amada. Se mezclan los conceptos de
venganza, amor, honor, deber, con otros como la visión histórica e incluso la
política de la época. La obra está escrita dentro de la década mágica de
Calderón, los años 1630 a 1640, período en el que también escribiría “La vida es
sueño”.
“Y para que veáis que son
gente, aunque osada y resuelta,
de políticos estudios,
oíd cómo se gobiernan;
que esto la habemos sabido
de algunas espías presas.
Lo primero que trataron
Fue elegir una cabeza;
y aunque sobre esta elección
hubo algunas competencias
entre don Fernando Válor
y otro hombre de igual nobleza,
don Álvaro Tuzaní;
don Juan Malec los concierta
con que don Fernando reine,
casándose con la bella
doña Isabel Tuzaní,
su hermana”.
¿Critica Calderón en “Amor después de la muerte”
la política de la época? ¿O sencillamente se trata de una acomodación
calderoniana a los tiempos? Hay que recordar que Calderón vivió bajo tres
reinados diferentes: Felipe III, Felipe IV y Carlos II...
Junto a esta reflexión, el espectador puede
disfrutar de la descripción de la Alpujarra, y del constante llamamiento de
Calderón al honor, el deber, la obligación y la duda. Una obra, en definitiva
más cercana al análisis reposado que a la divulgación popular, por lo compleja y
por lo que refleja en cierta medida el carácter poliédrico de Calderón.
La
representación: La obra, puesta en escena por la CNTC, tiene también sus
peculiaridades. La primera, el hecho de que haya que permanecer en la butaca del
teatro prácticamente dos horas sin descanso. El original está escrito en Tres
Jornadas, que en esta ocasión se ponen en escena sin interrupción. Los actores
tienen que enfrentarse a una representación dura, donde el espectador ve suceder
delante de sí un nutrido grupo de actores (dieciséis en total), que dificulta
una trama ya de por sí complicada. Joaquín Notario se hace cargo del papel de
Don Álvaro Tuzaní, que junto a Toni Misó en el de “Alcuzcuz” y Juan Meseguer en
el de Don Juan de Austria, merecen especial mención en sus interpretaciones.
La puesta en escena, con una escenografía
abstracta, reducida a conceptos casi geométricos, no ayuda demasiado a la
ubicación geográfica de la trama, aunque es cierto que da bastante juego a la
interpretación, recurriendo sin más, a la acotación escénica implícita en la
obra de Calderón.
El vestuario excelente. Todo un lujo la recreación
de Don Juan de Austria, personaje a quien no acostumbramos a ver en el
escenario. La iluminación muy correcta.
En cuanto al verso, muy bien respetado, lo que
siempre es de agradecer. Precisamente con dos de los versos de la obra cierro la
crítica, pensando que también de actualidad están...
“¡Mal haya ocasión, mal haya
sin espadas y con lenguas,
que son las peores armas,
pues una herida mejor
se cura que una palabra!”
“...Y por hacer
estoy que llegue a entender
que no por mujer le dejo;
pues quien riñó con un viejo
podrá con una mujer.” |