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 Crítica

“El Tuzaní de las Alpujarras” visitó el Teatro Villamarta. Una comedia histórica donde Don Juan de Austria es puesto en la escena por Calderón y donde la reflexión y el análisis ocupan un primer plano

“Amar después de la muerte” es una comedia donde al espectador se sirve el drama histórico junto con el drama humano de la venganza por la muerte de la amada. Aunque el trasfondo de la obra esté probablemente compartido, en cierta medida, con la actualidad que en los medios de comunicación hoy tienen los problemas de la inmigración, sin embargo, desde mi punto de vista, ello no justifica per sé traer a la escena esta compleja obra de Calderón, dura de seguir, áspera, con un contenido histórico importante, y donde además se exige al espectador que ponga bastante de su parte en las casi dos horas de representación, sin moverse del asiento. Y no digo que no haya de representarse este tipo de obras por no ser tan del favor del público, pero sí sería más lógico hacerlo en otro contexto no tan obligado en lo comercial, como lo es el de la programación ordinaria anual de un teatro

  JESÚS SÁNCHEZ-FERRAGUT (Jerez). 12-02-2006

 

Obra: “Amar después de la muerte”

Autor: Calderón de la Barca

Teatro Villamarta de Jerez

Compañía Nacional de Teatro Clásico

 

Reparto: Emilio Buale; Toni Misó; Jordi Dauder; Pepa Pedroche; Joaquín Notario; Ione Irazábal; Paco Paredes; César Sánchez; José Luis Santos; Miguel Cubero; Montse Díez; Juan Meseguer; Rodrigo Arribas; Jorge Gurpegui; Javier Mejía; Xavi Montesinos.


En los últimos meses he tenido la ocasión de ver tres representaciones de la Compañía Nacional de Teatro Clásico: “Viaje del parnaso” de Cervantes; “El castigo sin venganza” de Lope y ahora “Amar después de la muerte” de Calderón.

 

Tengo que decir, en honor a la verdad, que en esta ocasión me enfrento a la crítica más compleja de las tres. Por varios motivos: Uno el de la oportunidad de la obra; otro el de la obra en sí, digna de un tratado a parte; y por último la peculiar representación puesta en escena por la CNTC.

 

La oportunidad de la obra: Aunque el trasfondo de la obra esté probablemente compartido, en cierta medida, con la actualidad que en los medios de comunicación hoy tienen los problemas de la inmigración, sin embargo, desde mi punto de vista, ello no justifica per sé traer a la escena esta compleja obra de Calderón, dura de seguir, áspera, con un contenido histórico importante, y donde además se exige al espectador que ponga bastante de su parte en las casi dos horas de representación, sin moverse del asiento. Y no digo que no haya de representarse este tipo de obras por no ser tan del favor del público, pero sí sería más lógico hacerlo en otro contexto no tan obligado en lo comercial, como lo es el de la programación ordinaria anual de un teatro.

 

La obra en sí: “Amar después de la muerte” es una comedia donde al espectador se sirve el drama histórico junto con el drama humano de la venganza por la muerte de la amada. Se mezclan los conceptos de venganza, amor, honor, deber, con otros como la visión histórica e incluso la política de la época. La obra está escrita dentro de la década mágica de Calderón, los años 1630 a 1640, período en el que también escribiría “La vida es sueño”.

 

“Y para que veáis que son

gente, aunque osada y resuelta,

de políticos estudios,

oíd cómo se gobiernan;

que esto la habemos sabido

de algunas espías presas.

Lo primero que trataron

Fue elegir una cabeza;

y aunque sobre esta elección

hubo algunas competencias

entre don Fernando Válor

y otro hombre de igual nobleza,

don Álvaro Tuzaní;

don Juan Malec los concierta

con que don Fernando reine,

casándose con la bella

doña Isabel Tuzaní,

su hermana”.

 

¿Critica Calderón en “Amor después de la muerte” la política de la época? ¿O sencillamente se trata de una acomodación calderoniana a los tiempos? Hay que recordar que Calderón vivió bajo tres reinados diferentes: Felipe III, Felipe IV y Carlos II...

 

Junto a esta reflexión, el espectador puede disfrutar de la descripción de la Alpujarra, y del constante llamamiento de Calderón al honor, el deber, la obligación y la duda. Una obra, en definitiva más cercana al análisis reposado que a la divulgación popular, por lo compleja y por lo que refleja en cierta medida el carácter poliédrico de Calderón.

 

La representación: La obra, puesta en escena por la CNTC, tiene también sus peculiaridades. La primera, el hecho de que haya que permanecer en la butaca del teatro prácticamente dos horas sin descanso. El original está escrito en Tres Jornadas, que en esta ocasión se ponen en escena sin interrupción. Los actores tienen que enfrentarse a una representación dura, donde el espectador ve suceder delante de sí un nutrido grupo de actores (dieciséis en total), que dificulta una trama ya de por sí complicada. Joaquín Notario se hace cargo del papel de Don Álvaro Tuzaní, que junto a Toni Misó en el de “Alcuzcuz” y Juan Meseguer en el de Don Juan de Austria, merecen especial mención en sus interpretaciones.

 

La puesta en escena, con una escenografía abstracta, reducida a conceptos casi geométricos, no ayuda demasiado a la ubicación geográfica de la trama, aunque es cierto que da bastante juego a la interpretación, recurriendo sin más, a la acotación escénica implícita en la obra de Calderón.

 

El vestuario excelente. Todo un lujo la recreación de Don Juan de Austria, personaje a quien no acostumbramos a ver en el escenario. La iluminación muy correcta.

 

En cuanto al verso, muy bien respetado, lo que siempre es de agradecer. Precisamente con dos de los versos de la obra cierro la crítica, pensando que también de actualidad están...

 

“¡Mal haya ocasión, mal haya

sin espadas y con lenguas,

que son las peores armas,

pues una herida mejor

se cura que una palabra!”

 

“...Y por hacer

estoy que llegue a entender

que no por mujer le dejo;

pues quien riñó con un viejo

podrá con una mujer.”

 

 

 


   

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