Para que no se
duerman mis sentidos
Sus canciones no se
las llevó el Levante, sino que envolvieron
a todos los asistentes, isleños, gaditanos, malagueños,
madrileños, etc, que tampoco necesitaron ponerse
piedras en los bolsillos para no salir volando. Bastó con
la arena…en los bolsillos. La de las canciones de Manolo García |
Sus canciones no se las llevó el Levante, sino que
envolvieron a todos los asistentes, isleños, gaditanos, malagueños, madrileños,
etc, que tampoco necesitaron ponerse piedras en los bolsillos para no salir
volando. Bastó con la arena…en los bolsillos. La de las canciones de Manolo
García.
Como es habitual en este tipo de conciertos, el
espectáculo comenzó con media hora de retraso. Pero hasta eso estaba calculado
para que el éxito del impactante directo de Manolo García estuviera asegurado.
Nueve selectos
músicos interpretaron a la perfección veintiocho canciones del popular
albaceteño, afincado catalán y carnavalero gaditano de adopción. Y es que se
nota el largo recorrido de los más de cien conciertos dados desde finales de
2004 presentando su último trabajo: “Para que no se duerman mis sentidos”.
Pero de nada serviría si Manolo no se hubiera
encontrado a gusto. Lo estaba y mucho, y la gente de Cádiz lo percibe esto
enseguida. El primero que disfrutó de su concierto fue él mismo, que no dudó
desde un primer momento en baja r al foso del escenario a estrechar manos y
recibir abrazos. Su fusión con el público y su entrega, le llevaron a
interpretar “Trapecio”, micrófono en mano, corriendo por casi todo el perímetro
del campo de la Bazán, en una carrera que despejó toda sombra de duda acerca de
su estado físico. Que se lo pregunten a los de seguridad, que andaban locos
intentando abrirse camino entre la gente que se agolpaba queriendo acercarse a
Manolo.
Cuando por fin entonó el esperado “llévame esta
noche a San Fernando”, hacía ya unos minutos que el público materialmente botaba
en el maltrecho césped del campo de fútbol, gracias al buen hacer del guitarra
solista –Eric- que, Fender Stratocaster en mano, supo dar con la tecla que
despierta las fibras sensibles del espectador. Y es que la música de Manolo
García tiene esa construcción sólida de “lo justo”. Lo necesario de la explosión
contenida del rokero que interpreta una balada, arropada por una percusión
cuidadísima (tres músicos dedicados en cuerpo y alma a ello), pero con la
peculiar forma de interpretar de Manolo que nos recuerda las maneras gaditanas.
Suave, suave fue la primera de sus interpretaciones, Zapatero, Sobre tus pasos,
Sara, Playa calma, Malva, Serena Blanca, Nunca el tiempo, Para que
no se duerman, Niña Candela, Fragua, Burro, Rosa de Alejandría, Pájaros de
barro, entre otras fueron sus canciones, que acabaron con una peculiar
interpretación de una ranchera, con todos los músicos en línea frente al
escenario a modo de despedida del público Isleño, que lo pasó en grande con el
concierto de Manolo García.
El formato del concierto, estupendo. Sin
interrupciones desde principio a fin, con un auténtico derroche de imaginación
en la decoración del escenario, donde guirnaldas de bombillas, focos increíbles,
humo y hasta caballitos voladores, compatibilizaban perfectamente con la
proyección panorámica y las pantallas de vídeo situadas en la parte superior del
escenario. Todo controlado por ingenieros desde las mesas de control con una
logística de medios importante.
En general un concierto de verdadero directo,
alejado de manipulaciones grabadas, donde los más de cuatro mil asistentes,
donde lo que predominaba eran los treintañeros, disfrutaron a tope con las
canciones de Manolo García. |