Año III

 

  

 

 

 PORTADA

 Noticia del día

 Cádiz

 Jerez

 San Fernando

 El Puerto

 Chiclana

 Puerto Real

 Rota

Participa AQUÍ en la encuesta

 El Mundo

 Deportes

 Toros

 Opinión

 Cartas al Director

 El Derrotista

 Servicios

 Reserva Hoteles

 El Tiempo

 Prensa/TV/Radio

 Entrevistas

 A Fondo

 Foto-Noticias

 Bahía Cultural

 Carnaval366Días

 Suscribirse

 Patrocinadores

 Publicidad

 Quiénes somos

 Contacto Prensa

 Hemeroteca


 

 

 LAS CARTAS DE DON MANUEL

Pequeñeces

 MANUEL RUBIO

 

 

FOTO: MANUEL RUBIO

Acumulamos con cariño y cierta nostalgia, recuerdos, que evocan momentos importantes de nuestra vida. Por regla general, fruslerías o menudencias son, con más valor espiritual, que aquellos, de otro  tipo puedan tener. Objetos de tamaño y variedad diversos, colocados todos ellos, con meticulosa pulcritud y cuidado sobre la repisa de una chimenea o mesitas adyacentes del comedor o salas de estar. Y otras veces, para darle mayor solemnidad, porque de libros de cierta valía eran considerados, expuestos quedarían en vitrinas o estantes especiales bien cerrados, para que el polvo y la suciedad no los cubriese. Testos, que a lo sumo, llegaría a ojear algún curioso que tropezara con ellos. Objetos otros como: el de una caracola de mar, que algún día pusieron sobre la oreja, de algún menor, a la vez que observaban, la credulidad de su rostro, mientras el creía, estar escuchando el ruido del oleaje.  Se apreciará, en un lugar privilegiado la foto de bodas, donde ambos contrayentes, muestran sus mejores galas. Hogares, numerosos, donde, la señora de la casa, guarda fielmente todos sus recuerdos, conjuntamente con el luto de su  marido, o el de otro familiar querido. Contemplaremos a su dueña, nada más empezar la jornada, plumero en mano, sacudiendo el polvo de tan versificado escaparate de objetos, que con el tiempo, se habrán multiplicado y convertido en una prolongación de mobiliario. Inútil y molesto, por supuesto,  pero que debido a ese  valor sentimental que encierran en sí, son considerados como únicos testigos de felices tiempos pasados. Y que nadie los reemplace o cambien de lugar, sin permiso expreso de la dueña, que con el tiempo, estos recuerdos,   queramos o no reconocerlo,  han conseguido ganarse el beneplácito de permanecer en aquel recinto de la casa.

 

El gran plato o frutero de  una firma conocida, artísticamente adornado con pinturas alegóricas, bucólicas o campestres. O bien  los objeto que adornan un despacho o escritorio, compuesto por dos tinteros de plomo, antiguos y el  secante correspondiente de almohadilla o sustituyendo a este, unos polvos de tiza, conservados en una cajita especial.

 

Una vez fallecida la persona propietaria, los nuevos inquilinos, tratarán deshacerse de ellos, al no considerarlos de aplicación útil, ni tener ya valor sentimental alguno entre ellos y como tales objetos, no prácticos, (ya inservibles), no será raro, que  otro día cualquiera, el nuevo inquilino, diese al traste con todos ellos, introduciéndolos en cajas de cartón y llevados a alguna boardilla o sótano, hasta que una nueva generación de adolescentes, un día trasteando, los encuentren y se pongan a jugar con ellos.  Pero su final, como todo  lo existente en esta vida, caducará y se destruirá.

 

Los más románticos, cuando abrimos un texto antiguo y encontramos entre sus paginas una flor disecada, estampa o nota escrita, nos complacerá examinarla y hasta intentaremos con nuestra yema del dedo, tocarla suavemente, procurando no  llegarla a deteriorar, porque la persona que en su día la puso allí, seguro que con el pensamiento quiso transmitir un mensaje a su ser amado. No lo descifraremos, más la dejaremos en el mismo lugar. Triste es decirlo, pero tanto, donante como receptor hayan dejado de existir, quedado habrá todo desvanecido en el silencio. 

 

Deseamos  que los recuerdos perduran eternamente, y no es así, solo son eso, el eco de unas vivencias que terminan perdiéndose en la lontananza de los tiempos, cuando sus poseedores, pierden el contacto con este mundo.

 

Caserones antiguos, ayer rebosantes de grandes juegos de plata y cuberterías, si hoy se conservan, permanecerán ennegrecidos y oxidados, porque aquellas manos de sirvientes que les daban brillo, han dejado de hacerlo. Un diferente destino le espera a toda este menaje que también llenó de complacientes recuerdos y dieron boato a sus dueños, hoy, algún coleccionista, o tratante en objetos antiguos, los  almacene en algún apretado recinto de una tienda, para su reventa.

 

Y es que no solo la parka, barre la vida de los seres, sino que además arrastra tras de si, toda nostálgica remembranza que entre ellos, hubiese surgido.


ARTÍCULOS ANTERIORES

ÚLTIMOS TITULARES                                             Imprimir esta página

  Portada Principal © DIARIO Bahía de Cádiz (BC) Aviso Legal 
Publicidad -  Poner como página de inicio  -  Añadir a Favoritos  -   ¿Quiénes somos?

 

 

Publicidad         

 

C/Profesor Antonio Ramos, 12, 3ºIZQDA - 11.100 San Fernando (CÁDIZ)
Redacción: redaccion@diariobahiadecadiz.com  Dirección: danyprensa@yahoo.es   Teléfono: 658 685 782