Cualquiera persona que sea sensible
al dolor ajeno, el fallecimiento de la joven Esmin, de cuarenta y tanto años,
mal le habrá caído, por el trato deficiente recibido y final que tuvo, en un
hospital de de N.Y.: Una vez más, es “incomprensible” que haya ocurrido en una
de las ciudades mayores del mundo, exactamente en la ciudad de Brooklyn, N.Y.
Se sintió mal y hubo de acudir a su
hospital psiquiátrico, porque es de suponer, bien la conocerían por haber sido
antes, allí tratada, de la enfermedad que padecía. Esta última vez, volvería a
pedir asistencia y la enviaron a una sala de espera, donde, permaneció 24
horas, sin que alguien, hiciese nada por ella, según informa la prensa
mediática. El brote psicótico del que se quejaba, quizás tampoco le permitiese,
moverse del asiento en el que la dejaron y allí permaneció todo ese tiempo. Yo
expondría a continuación, las supuestas causas, por las que no fue atendida,
pero serían juicios temerarios, por mi parte, que solo servirían para echar más
leña al fuego, de una noticia, que ya de por si, arde y le haría maldecir, de
irritación, al que las leyese. El caso es que, ella, de forma involuntaria, muy
probablemente, por el mal estado en el que se encontraba, sobre aquél sofá, le
haría perder el equilibrio y a consecuencia de ello, cayera al suelo, donde
falleció. Pero lo inaudito es, que nadie se fijase en los estertores de la
muerte, ya en el suelo, habiendo gente a su alrededor, uno o dos pacientes
quizás y sobre todo, los guardias de seguridad y encargados, que según las
cámaras de vigilancia, bien los captaron, rondando por allí, haciéndose la vista
gorda.
Quien le hubiese dicho a esta joven
con esta anomalía psicótica, de origen africano, que el país, en el que ella
quiso vivir y quizás hasta un día hubiese soñado con llegar ser presidenta de
la nación, sus días, acabaran de manera tan innoble. Lo que si es muy seguro,
que mientras vivió, hubiese luchado, por tener una vida digna, con los medios
que hubiese tenido a su alcance, y que paliase en lo posible la enfermedad
contraída.
Sola y mal trecha por la enfermedad,
hubo de acudir al hospital, ese día, muy probable, sin acompañantes ni
parientes, porque de haberlos tenido, tampoco, la hubiesen, asistido, ya que el
trabajo, se lo impediría. Y en América, un dólar, para obtenerlo hay que
sudarlo, allá es más apreciada esta moneda, que los sentimientos de las
personas. En su tierra de origen, por el contrario, de haber estado allí, la
humilde familia de ella, si la hubiese acompañado en su lecho de muerte, para
que no se sintiese tan sola y manos bronceadas o tostadas por el sol, las
hubiese habido, para entrelazarlas entre las suyas, en los últimos instantes de
su vida.
Y lo que más me sorprende, de esta
historia, no fue que transcurrieran 24 horas sin ser atendida, sino, la hora que
tardaron en recogerla ya una vez muerta. Falta de sensibilidad humana, más dada
en países desarrollados que en los pobres. DIARIO Bahía de
Cádiz
Todos aquellos testigos supongo,
habrán dado una excusa de por qué no la atendieron, pero sabemos sobradamente,
que no hicieron nada por ella, solo escurrieron el bulto. Y junto a ellos, y
otros muchos responsables indirectos, los habrán que cuentas, tendrán que dar la
Gran Hacedor.
No habrán faltado medidas
correctoras contra el personal responsable, culpables de tal accidente, porque
bien visto por ellos, así se debería contemplar este caso, como un tal
accidente, pues es duro pensar, haya sido un abandono o negligencia, en un país
tan preparado, rico y poderoso, como es ese ya que visto está, allí, no atan
los perros con longanizas, ni la estatua de la libertad, vigilante, tenga la
llama siempre encendida. Allí al parecer, lo que es más acuciante, es y será
siempre que el petróleo nunca les llegue a faltar.
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Connotaciones sobre la felicidad
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Romper
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Poder Judicial y sus “fallos”
Amor a la vida y a la madre tierra
Que hubiera sido de… esto o aquello
si…
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Astuta difamación
Para carne, carne, la de membrillo
Aún queda un largo camino
Atención que pinta
Algo más de optimismo
En memoria de aquellos campesinos
De Profesión estilista
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¿Quién es el último?
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Salto de cama
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Ayer como hoy
Tolerancia y limitaciones
El éxodo
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Conjeturemos sobre la felicidad
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No se debiera callar
El color de las cosas
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Al tropezón, le sigue el batacazo y
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La fórmula del repostero
"Pa" mañana salmonetes
Martes trece
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