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 LAS CARTAS DE DON MANUEL

Dogma de Fe, una opinión más

 MANUEL RUBIO

 

Colón, quizás en alguna ocasión dijese: Hasta que yo no pise el confín de la tierra, jamás diré, ahí concluye ésta.  Tuvo fe en su empresa y la culminó con éxito. El mundo resultó ser redondo. Cuanto tiempo después, hubo de pasar, para que todos,  así lo llegaran a creer.

 

FOTO: MANUEL RUBIO

El primer mandamiento  que se le enseña a todo creyente, sea del culto que sea, es amar  y respetar a su Dios y Señor, sobre todas las cosas. Fundamento capital de toda religión o fe. Bien hasta aquí, pero tantas creencias como religiones, tantos profetas y hombres santos, hablando de Dios, en toda religión época y lugar, que  difícil se le deberá  hacer, a aquél, que deseara elegir un credo, el más apropiado.

 

Pero resulta, que esta polémica dogmatica, no acaba tampoco aquí,  al existir otras controversias, en la medida que, cada cual, entienda esta suprema divinidad, dentro de la misma religión. Pues cada creyente lo concibe de forma diferente, o sea, llega a plasmar una idea de su grandeza y poder, como de sus  infinitas cualidades, diferentes, en cuanto los hay, quienes, ven a un Dios, como un padre  bondadoso, otros, los más estrictos y exigentes, como un juez severo. También, los habrá,  menos temerosos,  entre los  creyentes que duden o algún recelo de su existencia tengan.  Diría, que el criterio que tienen de esta divinidad, la mayoría de los creyentes, estará en armonía con su forma de pensar, talento, proceder y educación recibida, que la acomodaran a juicios tan variados,  como perfiles o rasgos, de la persona que lo admite. Y no digamos de aquellos,  que los buscaron, empleando la razón  y no llegaron a tener una clara visión de quien es este Dios, pero no por ello, habrán dejado de creer en Él, aunque sea con cierto recelo, duda  o ambigüedad.

 

Como una ráfaga de pólvora prendida, se transmiten las diferentes creencias religiosas de padres a hijos, en todo el planeta, los cuales,  a la vez  que estos, se preocuparan, que fuera del hogar, reciban la instrucción y apoyo, suficientes para afianzarlos en su fe y prácticas.

 

Cuando se trata de encontrar un Dios humano, que satisfaga, de forma razonable sus deseos, por regla general materiales, no lo conseguirá  y  menos aún, si se trata del celestial o “verdadero”, porque el primero de los casos, es un dios material que no llega a convencer, ni satisfacer y en el segundo caso, al ser nuestra inteligencia tan ínfima, no ha lugar tampoco a llegar a alcanzarlo. Pero, si apartas tu mirada de la tierra, y la diriges hacia el cielo y  meditas,  entonces, será  posible llegues a vislumbrar su Omnipotencia a través de su  Gran Obra creada  y aún así, obtendrás una imagen de un Dios también pobre. Porque sacar de la nada, cuanto existe, a eso le llamo, su gran  obra,  llevada a cabo, por el Mayor Arquitecto de la Creación, que nos da testimonio de esta forma de su poder y  Grandeza y nos pone en cierto modo en contacto con Él. Primer paso para llegar entender su existencia.

 

Fuera ya de este contesto, me pregunto yo, ¿Qué razón habrá para que la mayoría de las religiones, con sus cultos y devociones, puedan o deban, excluir y condenar otras, catalogando  la suya, como la única verdadera?  Pertenezco a una de estas iglesias, porque nací de padres cristianos y una tierra en la que siempre su  mayoría ha confesado ser cristiana. No me cabe duda, que si en un país musulmán, en China o Japón, hubiese nacido, practicaría sus mismos ritos y creencias, como si hubiese nacido de padres liberales o agnósticos, a estas horas, consideraría a toda religión como otras veces se ha dicho, como  el opio del pueblo. Por lo que pienso, como creyente,  que si Dios es sabio y justo, el lugar de nacimiento, será aquél que Él crea más conveniente para cada uno de nosotros. Y por cierto no quepa duda, aunque nuestra mente no lo comprenda, por alguna razón que tenga, el que unos sean más agraciados que otros al darles un destino, al final el no permitirá nadie se condene.

 

Hablar de todo esto,  me produce cierta turbación, por ser tema muy delicado y con ello pueda herir los sentimientos de mis correligionarios o los de otros grupos creyentes, posiblemente por no estar lo suficientemente instruido en esta materia de la fe o hayan personas, que aducen, el ser esto, un tema que solo le concierne a los doctores en sus respectivas iglesias. .

Pero terminaré confesando, con la razón que mi Dios ha querido proveerme, que nadie, se condenará por no “haber nacido en otro lugar distinto, al que le “debiera haber tocado”,  si no, por no cumplir con sus preceptos.  Pues si Dios al ser  padre de todos,  habrá elegido para cada cual,  como digo arriba,  el lugar más adecuado para  a través de su fe y cumplimiento de los mandamientos humanos, pueda alcanzar el premio que se le tenga asignado, porque tangible  es que a Dios que lo sabe todo, no le interesa las demostraciones hipócritas y que lo que más le agrada  de acuerdo a la inteligencia y voluntad de cada cual, será, el amor que sientan por él y por el prójimo y la de que su conciencia obre “correctamente” de acuerdo con las leyes naturales. Será entonces a mi modo de pensar,  por supuesto, si este individuo, ha sido consciente de discernir entre  el bien y el mal y cumplir con aquello que su conciencia  le haya señalado,  se le premie o castigue.

 

Como cierto también es que el hombre por naturaleza tienda a inclinarse hacia lo que de hecho le satisface a su cuerpo. Y sólo esa lucha continua o esfuerzo en escapar de lo diabólico ruin perverso y ruin como son los vicios y actos deshonestos, será lo que darás satisfacción a Dios y a él mismo.

 

Un Dios padre de todos.  


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